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Madre Candelaria de San José

Susana Paz Castillo Ramírez, nació en Altagracia de Orituco, Edo Guárico, el 11 de agosto de 1863, fue una monja que llevó una vida de buenas costumbres, vocación de servicio y piedad, que la llevó a alcanzar los altares de la iglesia católica el 24 de abril de 2008, siendo papa Benedicto XVI.

Candelaria comenzó su camino a la santidad, cuando su madre falleció teniendo ella unos 24 años, para ese entonces, trabajaba como costurera y mantenía una relación muy filial con la iglesia, puesto que hacia sus obras de caridad en una casa abandonada anexa a la iglesia parroquial. Iba por las calles buscando a cuanto desvalido veía y lo llevaba consigo para darle de comer, procurarle ropa y un lugar donde dormir, llegando inclusive hasta a bañar personas de la calle que estaban en la indigencia.

Ya para 1903, Susana se había instalado por completo como directora en el nuevo hospital creado por las autoridades locales, donde en compañía de otras jóvenes que habían decidido entregarse a Cristo, cuidaban a los enfermos. En 1910, fue ascendida a Madre Superiora de la congregación de las hermanitas de los pobres, de la orden Carmelita, la cual dirigió por más de 35 años. Luego de dejar el cargo, se dedicó a las jovencitas novicias como su maestra y mentora. El 31 de enero de 1976 en horas de la madrugada, La Madre candelaria de San José partió a los brazos del padre.

Oración a la Madre Candelaria de San José pidiendo su canonización

Dios nuestro padre misericordioso que concediste al alma de la Beata Candelaria de San José las insignes virtudes que hoy veneramos, especialmente la humildad y pobreza, más su particular caridad hacia ti y para con los pobres y abandonados. Te elevamos nuestro agradecimiento por su beatificación y humildemente nos atrevemos a pedirte la gracia de su canonización y confiando plenamente que así será. Padre eterno, te pedimos que por su intercesión se nos conceda el favor de (se realiza un breve silencio para pedir un favor o una gracia) siempre que sea para bien nuestro y mayor gloria tuya, en pro de la salvación de nuestras almas. Amén.